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El proyecto del Hospital Oncológico en Tarija se enfrenta a un futuro incierto, con la posibilidad de quedar inconcluso al finalizar la actual gestión gubernamental. La principal dificultad radica en la imposibilidad de adquirir un acelerador lineal, equipo esencial para los tratamientos de radiación, cuya compra se ha visto seriamente afectada por la fluctuación del tipo de cambio.

Inicialmente, el costo estimado de este equipo era de 2 millones de bolivianos. Sin embargo, la tardanza en su adquisición, sumada a la devaluación de la moneda, ha elevado su precio a más de 11 millones de bolivianos. Esta escalada de costos ha sido un factor determinante en la paralización de un componente crítico de la infraestructura: el búnker.

La construcción del hospital, licitada por la Unidad de Proyectos Especiales (UPRE) en 2018, no puede avanzar en la edificación de este espacio vital debido a la falta de especificaciones técnicas del acelerador lineal. El búnker es una estructura especializada y altamente protegida, diseñada para contener las radiaciones generadas durante los tratamientos de radioterapia, garantizando la seguridad de pacientes y personal. Sin el equipo principal, su diseño y construcción permanecen en un limbo.

A pesar de los trabajos en curso y una reciente modificación contractual para impulsar el proyecto, la falta de fondos por parte del gobierno central para la compra del acelerador lineal sugiere que la obra podría quedar a medio terminar. Esta situación ha generado críticas, calificando la imponente edificación, cuyo costo supera los 120 millones de bolivianos, como una cáscara vacía sin su componente más crucial.

Se ha cuestionado el sobredimensionamiento del hospital, una estructura de siete pisos, en comparación con otras instalaciones oncológicas del país que suelen tener una o dos plantas. La magnitud del edificio contrasta con la carencia de su equipamiento fundamental.

La región de Tarija ha expresado su preocupación por lo que considera un abandono por parte del gobierno central, especialmente en un momento en que la administración se acerca a su fin. La gobernación local ha contribuido con una contraparte de 25 millones de bolivianos para la finalización de la obra, confiando en las promesas de equipamiento que no se han materializado. La respuesta actual del gobierno central es la falta de recursos, e incluso se ha planteado la posibilidad de debitar fondos a la gobernación, lo que agrava aún más la situación. Sin el búnker y el acelerador lineal, el Hospital Oncológico, a pesar de su gran tamaño, no podrá cumplir su función esencial de proporcionar tratamientos vitales contra el cáncer

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