El regreso a la competición doméstica tras la pausa por selecciones presentó un escenario complejo para el Barcelona, que se encontraba diezmado por numerosas lesiones. Ante el Girona, el equipo dirigido por Hansi Flick buscaba recuperar la moral, afectada por las recientes derrotas frente al Paris Saint-Germain y el Sevilla. Con una alineación inicial marcada por las bajas y un esquema de urgencia en los minutos finales, los azulgrana lograron una victoria por 2-1, gracias a una audaz decisión táctica del entrenador alemán, quien situó al defensor central Ronald Araujo en la posición de delantero, una maniobra que rememoró precedentes históricos como el de Johan Cruyff con Alexanko.
El zaguero uruguayo, cuya entrada al campo se preveía para aprovechar su capacidad en el juego aéreo, fue el autor del gol decisivo, anotando con un remate raso. Este triunfo crucial añade tres puntos fundamentales antes del próximo Clásico, si bien Hansi Flick no podrá estar en el banquillo, tras haber sido expulsado durante el encuentro. El desenlace del partido se caracterizó por una intensidad poco común, distanciándose de la planificación metódica que suele distinguir al conjunto catalán, pero la emergencia del momento propició un final impredecible.
La principal incógnita en el Estadio Olímpico era cómo resolvería Flick la composición del once inicial. Con siete jugadores clave en la enfermería, y a pesar de contar nuevamente con Lamine Yamal y Fermín López, el técnico se vio forzado a improvisar en la línea ofensiva. El encuentro se desarrolló con Lamine Yamal en el once, Frenkie de Jong desempeñándose como mediapunta, Marcus Rashford en el extremo y Toni Fernández, quien debutaba esta temporada, actuando como ‘9’. La alineación inicial también reunió a Casadó, De Jong y Pedri en el centro del campo por primera vez en dos años, un trío que previamente había cosechado una victoria y una derrota. Por su parte, el Girona de Míchel, también afectado por las ausencias, optó por una disposición ultradefensiva, anticipando un Barcelona que venía de mostrarse ineficaz en Sevilla.
Transcurridos doce minutos de juego y tras dos intentos iniciales de Lamine Yamal, Pedri rompió el empate. Con una brillante acción individual, el centrocampista canario penetró en el área, eludiendo a varios rivales, y cruzó un balón que se alojó suavemente en la portería defendida por Gazzaniga. La rápida apertura del marcador sugería una resolución expedita para el Barcelona, pero fue un espejismo. El gol despertó a un Girona que hasta ese momento parecía pasivo. Sus laterales, parte de una línea defensiva de cinco, se transformaron en extremos, y el juego interior del equipo visitante cobró una nueva vitalidad.
Apenas siete minutos después del tanto culé, Axel Witsel igualó el marcador con una espectacular chilena ejecutada a la salida de un saque de esquina. Lejos de conformarse, y convencidos de su explosiva superioridad en las transiciones, el Girona generó más peligro. Vanat puso en aprietos a Szczesny tras una pérdida de balón de Koundé, y Porto estrelló el esférico en el poste después de un error de Pedri.
Aunque De Jong, con un disparo, y Rashford, con un potente lanzamiento de falta al travesaño, intentaron restablecer la compostura del Barcelona, el Girona se adueñó anímicamente del partido. Tuvieron dos ocasiones más para adelantarse: un disparo alto de Bryan Gil y un remate desviado de Witsel. Estas acciones evidenciaron la imagen de un equipo azulgrana desajustado y penalizado, carente de solidez, con líneas de pase pero sin precisión, repetitivo en las pérdidas de balón y con escasa fluidez. Las ausencias pesaban, tal como se había anticipado.
En el vestuario, durante el descanso, Flick impartió instrucciones a sus jugadores, buscando una reacción que finalmente se produjo. Por octava vez en nueve jornadas, el técnico alemán realizó un cambio en el intermedio. El recién recuperado Fermín López ingresó en lugar de Toni Fernández. Además, Flick reestructuró la defensa a una línea de tres, adelantando a Balde al extremo en momentos específicos y colocando a Rashford como ‘9’.
El plan era arriesgado, lo que exigió a Szczesny una mayor atención a los desplazamientos largos del Girona. El Barcelona intensificó sus esfuerzos, principalmente con disparos desde la frontal, con Fermín mostrando una gran disposición para rematar. Rashford volvió a probar suerte con un lejano lanzamiento de falta que se elevó por encima del larguero.
Al cuarto de hora de la segunda mitad, el árbitro anuló un gol al Barcelona. Consideró que Eric García había cargado a un defensor al rematar de cabeza un córner, invalidando así el posterior remate de Cubarsí. Con una marcha más y una presión renovada, los azulgrana recuperaron el control del partido. Los más insistentes fueron el delantero inglés, con otra intervención destacada de Gazzaniga, y Fermín.
El Girona, por su parte, mantuvo su estrategia. Míchel renovó todo su frente de ataque, manteniendo la defensa, y su planteamiento comenzó a dar frutos. Flick, en sus propias sustituciones, parecía más preocupado por dosificar los minutos de los jugadores recuperados que por las necesidades inmediatas del encuentro.
Con el tiempo agotándose, Flick realizó su último experimento. Inspirado en aquella decisión de Johan Cruyff de situar a Alexanko como delantero centro, el técnico alemán colocó a Araujo como segundo delantero, junto a Rashford, quien en ocasiones era el jugador más avanzado. La intención era buscar centros desde las bandas para explotar la altura del central uruguayo. Y en una de esas jugadas, con el reloj prácticamente a cero, la audacia de Flick se materializó. Pensando en un balón aéreo, Araujo desató la euforia general, aunque el gol llegó con un balón raso, sellando una victoria agónica


