Un operativo policial culminó este martes con la detención de Felipe Cáceres García en Puerto Villarroel, ubicado en el trópico de Cochabamba. La intervención reveló la existencia de un laboratorio de cristalización de cocaína en una propiedad vinculada al exfuncionario. Este arresto representa un giro dramático en la trayectoria de quien fuera una de las figuras más influyentes durante el gobierno de Evo Morales. Las autoridades continúan investigando la posible conexión del exviceministro con actividades ilícitas y estructuras del crimen organizado.
Durante catorce años, Felipe Cáceres García ejerció una considerable influencia en la administración de Evo Morales. Desde 2006 hasta 2019, ocupó el cargo de viceministro de Defensa Social y Sustancias Controladas, liderando la política antidroga del país. Su posición estratégica y su cercanía al entonces presidente lo consolidaron como una figura clave en la lucha contra el narcotráfico, llegando a ser conocido como el zar antidrogas.
Nacido en la región del Chapare hace 63 años, Cáceres forjó su trayectoria en el ámbito sindical, ascendiendo hasta convertirse en uno de los líderes cocaleros más prominentes de la zona. Con la llegada de Evo Morales a la presidencia, asumió en 2006 el viceministerio, desde donde dirigió la erradicación de cultivos de coca excedentaria y coordinó con organismos internacionales las iniciativas antinarcóticos. Mantuvo su puesto por más de una década, incluso en medio de cuestionamientos y señalamientos que involucraban a oficiales antidroga bajo su mando.
Su patrimonio declarado en 2019, que superaba los 9 millones de bolivianos, generó interrogantes y críticas sobre su estilo de vida, ya que esta cifra era superior a la de otros altos dirigentes del Movimiento Al Socialismo (MAS), incluido el propio Evo Morales. Cáceres siempre sostuvo que sus ingresos provenían de actividades legítimas, como el turismo y la hotelería en Villa Tunari, lo que le confirió un perfil de líder con considerable poder económico y político.
La gestión de Cáceres al frente del viceministerio no estuvo exenta de controversias, marcada por el nombramiento de jefes antidroga que posteriormente se vieron implicados en escándalos internacionales. Uno de los casos más notorios fue el del coronel Maximiliano Dávila, quien dirigió la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico (Felcn) en 2019 y luego fue investigado por la DEA por presuntos nexos con el narcotráfico. Otro episodio significativo fue la detención del general René Sanabria, condenado en Estados Unidos por narcotráfico. En ambos casos, Cáceres negó cualquier responsabilidad directa, atribuyendo los hechos a incidentes aislados dentro de la institución policial.
Tras el cambio de gobierno en 2019, la administración transitoria de Jeanine Áñez intentó iniciar procesos legales en su contra, con el entonces ministro Arturo Murillo abriendo causas por enriquecimiento ilícito, tráfico de influencias e incumplimiento de deberes. Sin embargo, ninguno de estos procesos prosperó. A pesar de los rumores que indicaban su partida a Nicaragua, Cáceres afirmó que nunca abandonó el país y que se dedicó a la remodelación y ampliación de su hostal en Villa Tunari, enfocándose en el sector turístico como fuente de ingresos.
En declaraciones previas, había refutado enérgicamente cualquier vínculo con redes ilícitas o carteles, asegurando que las acusaciones formaban parte de una estrategia política destinada a perjudicar al MAS. Rechazó cualquier conexión con Dávila y otros oficiales investigados, e insistió en que su relación con Evo Morales era estrictamente de índole política y sindical. Ahora, su nombre vuelve a ser noticia tras su detención en un predio donde se operaba un laboratorio de clorhidrato de cocaína


