Descubre por qué los insectos comestibles se están convirtiendo en una alternativa nutricional sostenible y eficiente a nivel mundial.
En los últimos años, la entomofagia ha ganado popularidad como una opción alimentaria sostenible y nutritiva. Descubre cómo los insectos comestibles podrían ser la clave para abordar problemas de seguridad alimentaria y reducir el impacto ambiental.
En los últimos años, ha surgido un creciente interés en la sustitución de la carne por insectos comestibles, una práctica conocida como entomofagia. Aunque pueda parecer exótico en algunos lugares, esta opción nutricional está ganando cada vez más aceptación a nivel mundial. Tradiciones culinarias en países como Tailandia, China y México han incorporado insectos en sus recetas desde hace siglos, lo que demuestra que esta práctica no es nueva.

El impulso hacia el consumo de insectos se intensificó en 2014, cuando la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) publicó el libro “Edible insects, future prospects for food and feed security”. Desde entonces, varios estudios han destacado que la cría de insectos tiene un menor impacto ambiental en comparación con la producción de carne convencional, como la de vaca, cerdo y pollo. Por ejemplo, la emisión de gases de efecto invernadero es considerablemente menor en la producción de insectos, lo que los convierte en una alternativa más sostenible.

Además, el consumo de agua y la cantidad de suelo requeridos para la cría de insectos son significativamente inferiores en comparación con la producción de carne. Esta eficiencia en el uso de recursos naturales hace que los insectos sean una opción atractiva para abordar problemas de seguridad alimentaria a nivel global, especialmente en contextos donde el acceso a una dieta saludable es limitado.

A pesar de los beneficios nutricionales y ambientales de los insectos comestibles, su aceptación sigue siendo un desafío en muchas culturas. A nivel mundial, se consumen alrededor de 2.250 especies de insectos y arácnidos, siendo algunos de los más destacados los escarabajos, las mariposas, las avispas y las abejas. En Europa, la legislación permite el consumo de ciertas especies como las larvas del gusano de la harina, la langosta migratoria, el grillo doméstico y las larvas del escarabajo del estiércol, todas ellas con un alto contenido proteico.

Para aquellos que se plantean reemplazar la carne por insectos en su dieta, es importante considerar las recomendaciones de ingesta de proteínas diarias. Aunque pueda resultar sorprendente, la cantidad de insectos necesaria para cumplir con estas recomendaciones es significativamente menor que la de carne convencional. Además, los insectos presentan beneficios adicionales, como un mejor aprovechamiento nutricional y un alto contenido de ácidos grasos monoinsaturados, que los hacen también una opción saludable para el corazón.

En resumen, la incorporación de insectos comestibles en la dieta no solo representa una alternativa sostenible y eficiente en términos de recursos, sino que también puede ofrecer experiencias culinarias únicas y nutritivas. A medida que la conciencia sobre la importancia de una alimentación sostenible crece, los insectos podrían desempeñar un papel crucial en la seguridad alimentaria y la mitigación del impacto ambiental.
La incorporación de insectos comestibles en la dieta no solo representa una alternativa sostenible y eficiente en términos de recursos, sino que también puede ofrecer experiencias culinarias únicas y nutritivas. A medida que la conciencia sobre la importancia de una alimentación sostenible crece, los insectos podrían desempeñar un papel crucial en la seguridad alimentaria y la mitigación del impacto ambiental.

Investigadores de la Universidad de Plymouth alertan sobre los impactos del oscurecimiento del océano en la zona fótica y la biodiversidad marina.
Un estudio reciente ha demostrado que más de una quinta parte del océano global se ha oscurecido en las últimas dos décadas, afectando gravemente las zonas de luz esenciales para la vida marina. Este fenómeno conocido como “oscurecimiento oceánico” tiene consecuencias preocupantes para los ecosistemas marinos a nivel mundial.
Un estudio realizado por la Universidad de Plymouth, Inglaterra, ha revelado que más de una quinta parte del océano global se ha oscurecido en las últimas dos décadas, reduciendo significativamente las zonas de luz vital para la vida marina. Este fenómeno, conocido como “oscurecimiento oceánico”, se produce debido a cambios en el nivel superior del océano que limitan la profundidad a la que puede llegar la luz solar.

La investigación, publicada en Global Change Biology, es la primera evaluación a escala mundial de los cambios a largo plazo en la zona fótica del océano, la capa superior iluminada por el sol que sustenta más del 90% de la vida marina y juega un papel crucial en procesos planetarios como la producción de oxígeno y el ciclo del carbono. Según el estudio, el 21% del océano global, equivalente a más de 75 millones de km2, ha experimentado oscurecimiento entre los años 2003 y 2022.

Los investigadores explican que diversas causas pueden estar contribuyendo al oscurecimiento oceánico, incluyendo cambios en la dinámica de la floración de algas, variaciones en la temperatura superficial del mar y la presencia de luz artificial. En aguas costeras, factores como el aumento de las precipitaciones, la escorrentía agrícola y la carga de sedimentos podrían ser responsables, mientras que en mar abierto, los cambios en la dinámica de la floración de algas y el calentamiento de la superficie del mar están afectando la penetración de la luz.

El profesor Tim Smyth, jefe de Ciencias de Biogeoquímica Marina y Observaciones del Laboratorio Marino de Plymouth, resalta la importancia de entender la dinámica del océano, mencionando que los niveles de luz en la columna de agua varían notablemente a lo largo del día, afectando directamente a los animales cuyo comportamiento depende de la luz. Esto podría tener consecuencias significativas en los ecosistemas marinos y la biodiversidad.

El doctor Thomas Davies, profesor asociado de Conservación Marina en la universidad y autor principal del estudio, advierte que los cambios en la zona fótica podrían impactar negativamente en numerosas especies marinas y servicios ecosistémicos, con implicaciones inciertas pero potencialmente graves. Se observaron disminuciones más pronunciadas en la Corriente del Golfo, regiones polares y mares costeros cerrados como el Báltico, áreas que ya están experimentando cambios rápidos debido al cambio climático.

En este sentido, el oscurecimiento del océano podría tener repercusiones en la calidad del aire, la disponibilidad de alimentos marinos y la capacidad del mundo para hacer frente al cambio climático. El profesor Smyth destaca que la reducción de la zona fótica podría obligar a ciertas especies marinas a desplazarse hacia la superficie, generando competencia por recursos y provocando cambios significativos en el ecosistema marino.

Ante estas preocupantes conclusiones, los investigadores hacen un llamado a la reflexión y la acción para abordar este problema emergente que podría tener consecuencias a largo plazo en la salud de los océanos y la vida marina a nivel global.
Ante el alarmante hallazgo del estudio de la Universidad de Plymouth, es crucial tomar medidas urgentes para abordar el oscurecimiento oceánico y proteger la biodiversidad marina.