
Una paleta de colores vivos adornaba las exhibiciones textiles a lo largo de la calle Novena, sin embargo, una quietud inusual envolvía el corazón del distrito de la moda en el centro de Los Ángeles. En los callejones que desembocan en el bulevar Olympic, el tránsito peatonal era notablemente escaso.
Esta atmósfera de calma se extendía por toda la región. Los bancos de las iglesias mostraban una menor afluencia de feligreses, y numerosos vendedores ambulantes optaron por permanecer en sus hogares. Se produjeron cancelaciones masivas de ceremonias de graduación, eventos conmemorativos del 4 de julio y programas recreativos en parques vecinales. El número de pasajeros en el transporte público experimentó una disminución, mientras que algunas clínicas y hospitales reportaron un aumento en las citas anuladas.
En muchos aspectos, la realidad actual evoca sorprendentemente los escenarios planteados en una obra cinematográfica independiente estrenada hace más de dos décadas, que exploraba la hipotética desaparición de la población latina en California. La intensificación de las operaciones de control migratorio ha reconfigurado la dinámica social en el área de Los Ángeles, llevando a muchos residentes indocumentados a la decisión de resguardarse en sus domicilios por motivos de seguridad.
Una de las mentes creativas detrás de la producción cinematográfica de 2004 ha observado que la vida parece emular el arte, señalando que la situación actual era un desenlace que anticipaban. La película, coescrita y coprotagonizada por esta creadora, narra una serie de días caóticos en California tras la súbita ausencia de la comunidad mexicana: desde los campos agrícolas del Valle Central hasta los estacionamientos de grandes almacenes y el interior de los hogares. La repentina falta de meteorólogos, personal doméstico y otros trabajadores provocaba el vaciamiento de los estantes en los supermercados, obligaba a los agentes de la Patrulla Fronteriza a buscar nuevas ocupaciones e incluso inducía a un cambio de postura en políticos que previamente habían adoptado un discurso restrictivo sobre la inmigración. El guion imaginaba a un gobernador interino reconociendo la indispensable contribución de esta comunidad, a lo que un personaje respondía con un lamento sobre la tardía comprensión de su valor.
Mientras se desplazaba en automóvil desde su residencia en el centro de Los Ángeles hacia el este, atravesando el casco histórico de la ciudad hasta el barrio predominantemente latino de Boyle Heights, la cineasta rememoraba el contexto político que inspiró su obra. En 1994, los votantes de California aprobaron una iniciativa legislativa trascendental que buscaba prohibir a los inmigrantes sin estatus legal permanente y a sus hijos el acceso a servicios gubernamentales como la educación pública y la atención médica no urgente. Esta medida, respaldada por el entonces gobernador republicano, también exigía a educadores y profesionales de la salud denunciar a cualquier persona de la que sospecharan que residía ilegalmente en el estado.
La creadora ha manifestado que el espíritu de aquella legislación de 1994 se ha propagado por todo el país y, en cierta medida, a nivel global. Ha descrito esta táctica como un recurso político recurrente: la búsqueda de un pretexto para desviar el pensamiento lógico de la población. La premisa, según su análisis, es atribuir todas las dificultades personales a un problema o grupo específico, prometiendo una solución.
Originaria de la Ciudad de México, la cineasta recordó que, durante la campaña del exgobernador, ella y su esposo, también de la Ciudad de México, se habían mudado a San Diego para que ella pudiera trabajar en una universidad cercana. Su esposo, recién llegado, se sentía deprimido, y ella se disculpó por la reubicación, insistiendo en que California no compartía los valores que el político promovía. La idea de la película surgió de una conversación en la que se reflexionaba sobre la dependencia económica de la región respecto a la mano de obra latina, afirmando que si por un solo día se perdiera esa fuerza laboral, la sociedad colapsaría.
Así nació el concepto. Un cortometraje de 28 minutos, estrenado en 1998, captó suficiente atención mediática y recibió premios en el circuito de festivales, impulsando a la pareja a planear un largometraje. Un importante estudio estadounidense propuso reescribir el guion para que un conocido actor lo protagonizara, en una versión donde la esposa mexicana de su personaje desaparecía y él se embarcaba en una misión para rescatarla y, por extensión, a toda la comunidad mexicana, una propuesta que la cineasta rechazó