
La Región Autónoma del Gran Chaco, a pocas semanas de conmemorar un nuevo aniversario, enfrenta un panorama de desarrollo estancado, a pesar de haber sido beneficiaria de cuantiosos recursos económicos durante el auge de la producción de hidrocarburos. La percepción general es que las deficiencias en la gestión pública y la prevalencia de prácticas corruptas han impedido el progreso de la zona.
Durante un periodo significativo, una facción política específica gozó de un apoyo mayoritario en la población chaqueña, y los ejecutivos bajo su égida administraron un considerable 45 por ciento de las regalías departamentales. Sin embargo, este control financiero se tradujo, según observaciones, en un uso ineficiente y desmedido de los fondos disponibles.
Entre las obras emblemáticas que reflejan esta situación, se encuentra un estadio con una inversión superior a los 20 millones de dólares que permanece subutilizado y en estado de abandono. Asimismo, existen diversas infraestructuras que, una vez iniciadas, no fueron concluidas o, en su defecto, no operan como estaba previsto. Un ejemplo notorio es el hospital de tercer nivel, para el cual se comprometieron alrededor de 160 millones de bolivianos destinados a su equipamiento hace más de tres años; no obstante, esta inversión no se ha materializado, y el nosocomio no funciona con la capacidad esperada. A esto se suman proyectos de infraestructura vial como la doble vía y el túnel del Aguaragüe, que igualmente permanecen inconclusos.
La autonomía regional, concebida como un motor para el desarrollo, ha sido señalada por su ineficacia, sirviendo más bien como un mecanismo para el despilfarro de los recursos por parte de las autoridades ejecutivas, tanto a nivel regional como seccional.
Actualmente, la región se ve afectada por una crisis económica. Se observa que los programas sociales operan sin una proyección clara, como es el caso de la canasta para adultos mayores, donde se han reportado adquisiciones con sobreprecio. La riqueza generada por los ingresos del gas no se ha traducido en un avance tangible para el Chaco.
Respecto a la inversión en el sector rural, aproximadamente el 40 por ciento de los recursos de los gobiernos autónomos regional y municipal se destinaron a impulsar el desarrollo agropecuario. No obstante, estas iniciativas no rindieron los frutos esperados, y la producción no ha superado los niveles previos a dichas inversiones. Esta falta de progreso se refleja también en la demografía; la población, en lugar de crecer, ha disminuido, pasando de más de 100 mil habitantes en un censo anterior a menos de esa cifra en el más reciente.
Hace tres décadas, se vislumbraba un futuro promisorio para Yacuiba, impulsado por su potencial económico en el ámbito agropecuario, comercial y su estratégica ubicación fronteriza. Sin embargo, la región se vio afectada por la corrupción y una gestión deficiente de los recursos, lo que ha derivado en un deterioro generalizado en áreas fundamentales como la salud, la educación y la agricultura, a lo que se suma un desorden urbano palpable.
Esta situación se atribuye a la ausencia de autoridades con la capacidad de administrar los fondos económicos en beneficio de la región. Paradójicamente, mientras las necesidades básicas permanecían desatendidas, se destinaban recursos para organizar conciertos masivos y eventos con artistas internacionales en celebraciones locales. El malgasto de esos recursos en tiempos de bonanza ha dejado a la región en una situación de estrechez económica.
Aún persiste la carencia de una carretera estable y en óptimas condiciones que conecte el Chaco con Tarija. La falta de medidas concretas por parte de las autoridades para enfrentar la crisis económica es evidente, y en su lugar, se perciben disputas internas que obstaculizan la búsqueda de soluciones. Por ejemplo, el alcalde de Yacuiba ha responsabilizado al ejecutivo regional por los problemas en el sistema de salud, alegando el incumplimiento en la transferencia del 10 por ciento de las regalías destinadas a salud, educación y desarrollo agropecuario.
En el ámbito industrial, el Chaco carece de un desarrollo significativo. Se han presentado cinco proyectos para la creación de un parque industrial, pero ninguno ha sido aprobado por las administraciones municipales recientes. Esto representa una oportunidad perdida para aprovechar la ubicación fronteriza y establecer un sistema industrial que, incluso, podría integrar a la vecina Argentina.
En los últimos veinte años, la región ha dilapidado ingresos cuantiosos. Hubo un periodo en el que la administración municipal disponía de hasta 2 millones de bolivianos diarios, una cifra que ilustra la magnitud de los fondos que, lamentablemente, no se tradujeron en un desarrollo sostenible para el Gran Chaco