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La producción nacional de gas ha experimentado una significativa contracción del 54% desde el año 2014, una tendencia que genera preocupación sobre el futuro energético del país. Proyecciones recientes indican que para el año 2028, la nación podría verse en la necesidad de importar gas natural para asegurar el funcionamiento de sus centrales termoeléctricas.

Análisis especializados sugieren que el país ya enfrenta un desafío energético considerable, manifestado en dificultades para garantizar el suministro de combustibles a la población. Esta situación podría agravarse en los próximos dos años, a menos que se logre un incremento sustancial en la producción de gas, lo que de otro modo obligaría a la importación de este recurso vital para mantener operativas las infraestructuras de generación eléctrica.

Expertos en la materia subrayan la urgencia de actuar para evitar un colapso energético, estimando que en un plazo de dos años, la importación parcial de gas natural podría ser inevitable. En este contexto, se ha planteado la importancia de explotar el vasto potencial hídrico del territorio para el desarrollo de proyectos hidroeléctricos. Un ejemplo de este potencial sin explotar es el proyecto El Carrizal en la región de Tarija, actualmente paralizado a pesar de su viabilidad y su capacidad para integrarse con sectores productivos como la piscicultura y la agricultura.

Actualmente, la generación eléctrica nacional depende en un 66% del gas, cuya producción ha estado en declive por más de una década. Revertir esta tendencia a través de la exploración de hidrocarburos requeriría el descubrimiento de al menos tres yacimientos de gran escala, comparables a los de Margarita o San Alberto, un proceso que excede significativamente el plazo de dos años.

Representantes parlamentarios han detallado que la capacidad total de oferta eléctrica del país asciende a 3.600 megavatios (MV), de los cuales aproximadamente 2.400 MV, es decir el 66%, provienen de plantas termoeléctricas. Se ha señalado consistentemente que a medida que las reservas de gas disminuyen, el desafío energético se intensifica, dado que la producción de las centrales hidroeléctricas actuales se sitúa en torno a los 734 MV.

Además, el gas destinado a la generación eléctrica se beneficia de una subvención considerable. Mientras que el millar de pies cúbicos se comercializa a las termoeléctricas por 1,3 dólares, su valor de mercado se estima en aproximadamente 7 dólares. Esta disparidad representa una desventaja económica para las regiones productoras, ya que no se compensan las pérdidas asociadas a este esquema.

El panorama de la producción de gas en el país es preocupante, con un descenso constante desde 2014, que acumula una caída del 54% hasta la fecha. En ese año, la producción diaria alcanzaba los 53,37 millones de metros cúbicos (MMm3/día), cifra que se redujo a 27,08 MMm3/día para mayo del presente año. Comparando con el mismo mes del año anterior, cuando la producción era de 32,84 MMm3/día, la disminución interanual asciende a un 17,5%.

A pesar de la disminución en la producción de gas natural, el Gobierno Nacional mantiene una postura optimista, fundamentada en los resultados de la exploración de nuevos pozos. Recientemente, el jefe de Estado afirmó que su administración ha identificado 18 pozos exploratorios con resultados positivos, gestionados por la empresa petrolera estatal y sus filiales, con el propósito de incrementar la producción de hidrocarburos. Se anticipa la próxima inauguración de varios de estos pozos, lo que se espera contribuya a un aumento en la producción de gas y petróleo, y consecuentemente, a la disponibilidad de diésel y gasolina a nivel nacional. Las autoridades sostienen que se ha implementado una estrategia para abordar la caída productiva a través de proyectos de exploración y explotación, proyectando la autosuficiencia en combustibles. Asimismo, han expresado críticas hacia la falta de propuestas concretas sobre sostenibilidad energética en los planes de los candidatos presidenciales.

No obstante, voces críticas en el ámbito parlamentario insisten en que una mejora real solo será evidente cuando los datos técnicos confirmen un incremento tangible en la producción. Se ha manifestado escepticismo respecto a las afirmaciones gubernamentales, enfatizando la necesidad de observar un aumento verificable en las reservas y la producción, así como una inversión sustancial en exploración, que actualmente se percibe como insuficiente. Un indicador clave de la persistencia de los desafíos es la tendencia anual a la baja en las exportaciones de gas y el simultáneo aumento en la importación de combustibles

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